Durante los pasados seis meses hemos sido testigos de la falta de capacidad tecnológica y digital del Gobierno para responder a las necesidades primordiales de los ciudadanos ante la pandemia del COVID-19 y los diversos eventos naturales que han afectado a la Isla. Vez tras vez las portadas de los principales periódicos del país han reseñado los esfuerzos fallidos ante cada intento de respuesta.
Aún con la herida abierta y sufriendo las consecuencias de esta incapacidad tecnológica, la gran ausente en el debate de anoche fue la tecnología. No hubo espacio para ella en la discusión de desarrollo económico, ni tan siquiera en el tema de educación cuando miles de niños en el día de hoy carecen de su derecho a una educación por la falta de capacidad del gobierno.
Es imperativo, ya impostergable la incorporación de la tecnología en la agenda de los candidatos y por consiguiente en el gobierno. Desde el seguro por desempleo hasta el currículo educativo de nuestros niños, absolutamente todo debe evaluarse desde la perspectiva digital. Sin embargo, es la eterna ausente en la discusión pública y en las agendas de aquellos que aspiran a gobernar nuestro país.
La gran pregunta es, ¿están nuestros futuros líderes conscientes sobre el impacto y alcance que un enfoque digital puede representar para la economía de Puerto Rico? La búsqueda de soluciones desde la perspectiva digital para el panorama complejo que vive nuestra isla siempre ha sido mi norte, que nuestro próximo gobierno lo incorpore efectivamente, será nuestra meta. Lo digital debe emerger del silencio para ser tema obligado en la discusión pública.
Nuestra propuesta se hará aún más palpable en las próximas semanas. Hemos asumido con gran responsabilidad nuestra meta de hacer que el Gobierno reconozca la vital necesidad y el potencial de la digitalización de Puerto Rico. Hemos creado un mapa de ruta que podría cambiar la historia de nuestro país. Pronto estaremos haciendo público este esfuerzo.