SALUD: Síndrome de burnout en profesionales de la salud

 

(Ibelís Rodríguez Cosme, PsyD; Psicóloga Clínica)

Hospital Metropolitano de la Montaña en Utuado

 

El síndrome de burnout o trabajador quemado, acuñado por el psicólogo Herbert Freudenberger, se refiere a un tipo de estrés excesivo en los profesionales que ofrecen servicios de ayuda y tienen contacto constante y directo con los beneficiarios del servicio. Este puede provocar cambios significativos en la conducta, la estabilidad emocional e incluso el bienestar físico. Las psicólogas Christina Maslach y Susan Jackson describieron tres dimensiones principales de este síndrome: el agotamiento emocional (pérdida de los recursos emocionales necesarios para enfrentar la carga laboral), la despersonalización (actitudes negativas hacia las personas que reciben el servicio) y la disminución del sentido de logro personal (evaluar el trabajo propio de forma negativa; baja autoestima profesional). La Organización Mundial de la Salud ha incluido este síndrome como parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) definiéndolo como “un síndrome conceptualizado resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado correctamente”.

 

Este síndrome puede tener serias consecuencias en la salud y bienestar de cualquier profesional de ayuda, pero en estos momentos históricos donde globalmente se sufre la pandemia del COVID-19, los profesionales de la salud están en mayor riesgo por los altos niveles de estrés al que se enfrentan diariamente. Por tal razón, es importante que conozcan sobre el síndrome del burnout para poder identificar sus síntomas y manejarlos adecuadamente, o prevenir su desarrollo.

Los profesionales de la salud que sufren de burnout pueden presentar algunos de los siguientes síntomas: cambios en la conducta, deterioro físico, desarrollo de hábitos que afectan la calidad de vida, ausentismo al trabajo, disminución en la eficiencia del trabajo y peor calidad de cuidado a los pacientes, aumento en los errores médicos, agotamiento emocional, desgaste mental, insomnio, trastornos gastrointestinales, hipertensión, conflictos con compañeros de trabajo, irritabilidad hacia los pacientes, pérdida de interés hacia la vocación, problemas familiares, ansiedad, entre otros.

 

Para evitar sufrir este síndrome se recomienda prestar atención a la salud emocional y psicológica a través de momentos de descanso, ejercicios de relajación, actividades placenteras o pasatiempos, fortalecer las redes de apoyo, hablar y desahogarse con alguna persona de confianza, fomentar la espiritualidad, realizar cambios en la rutina para eliminar estresores innecesarios, buscar ayuda profesional, y no descuidar la salud física. El profesional debe hacer un balance donde su vida no gire en torno al trabajo solamente, ser generoso consigo mismo, celebrar sus triunfos, y mantener un enfoque positivo hacia el valor de su empleo, la sensación de ser útil y su valiosa participación en la prevención y superación de enfermedades. En el lugar de empleo es importante fomentar el trabajo en equipo, el apoyo y las buenas relaciones entre los empleados, así como con los supervisores, evitando un ambiente laboral tóxico. Finalmente, es importante el apoyo de todas las partes de la sociedad en cuidar a los profesionales de salud, siendo gentiles y empáticos con ellos, porque también son seres humanos vulnerables y con necesidades como el resto de la población.

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