Por: Ibelís Rodríguez Cosme, PsyD; Psicóloga Clínica
Hospital Metropolitano de la Montaña
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Cada año, durante el mes de febrero, dedicamos una celebración al amor. Parejas y amigos se muestran afecto con detalles especiales. Esta fecha es una de las más celebradas porque entendemos el valor de demostrar nuestro amor hacia los demás. Sin embargo, existe otra clase de amor que muchas veces pasa desapercibido: el amor propio.
Este tipo de amor podría definirse como la aceptación, el respeto y el valor que nos damos a nosotros mismos. No se trata de ser egoístas o vanidosos, sino de mantener un equilibrio físico, mental y emocional, donde nos sentimos bien con nosotros mismos y así lo reflejamos en nuestras relaciones. Es reconocer que somos dignos de amar y ser amados, preocuparnos por nuestro bienestar, liberarnos de todo lo que nos hace daño y aceptar nuestras imperfecciones. Esto nos permite desarrollar una relación más estable con nosotros mismos y con los demás.
Esto es importante, por ejemplo, ante el estado de emergencia que enfrentamos en nuestro país con relación a la violencia de género. Solo en el año 2020 se registraron 6,170 incidentes de violencia doméstica en la isla, según la Oficina de la Procuradora de la Mujer, y entre enero y noviembre del mismo año, el Observatorio de Equidad de Género documentó 53 feminicidios, de los cuales 16 fueron ejecutados por la pareja.
Ante estos datos, es importante fomentar relaciones menos dependientes o abusivas, tanto en hombres como en mujeres, a través del amor propio. Más aún, la práctica del amor propio es un elemento vital para gozar de bienestar psicológico, ya que su ausencia puede provocar una serie de dificultades emocionales, baja autoestima, problemas laborales y académicos, abuso de sustancias, problemas en las relaciones, depresión, e incluso el suicidio.
Entendiendo los beneficios del amor propio, es posible fortalecerlo de diversas maneras. En primer lugar, debemos entender que, aunque otras personas pueden influir en nuestra capacidad de amor propio, somos nosotros los únicos que podemos tomar la decisión de amarnos incondicionalmente. No obstante, es importante analizar el ambiente y las personas que nos rodean, y alejarnos o poner límites saludables en aquellas situaciones o relaciones que no nos hacen bien. Además, es importante valorar y sacar provecho de nuestras fortalezas, así como reconocer y aceptar aquellas características que identificamos como imperfecciones, y trabajar para mejorarlas.
Debemos procurar el crecimiento personal constante a través de nuevas experiencias y aprendizaje, y esforzarnos por cumplir nuestras metas. También nos ayudará perdonar y perdonarnos, ser generosos con nosotros mismos y con los demás, cuidar nuestro cuerpo, mente y espíritu, evitar la búsqueda constante de aprobación, sustituir la vergüenza, culpa y autocrítica por pensamientos más saludables, reconocer nuestros logros y celébralos, y dedicarnos tiempo. Sobre todo, es importante acudir a un profesional si se necesita ayuda para desarrollar el amor propio. Vale la pena el esfuerzo ya que, quien se ama a sí mismo, sabe amar bien a los demás, y así es como se forja una mejor sociedad. Definitivamente, el amor propio es la base de todo bienestar.