El Vaticano decidió destituir al Obispo de Arecibo , Monseñor Daniel Fernández Torres, aparentemente ante su postura de defender la objeción de conciencia ante las vacunas contra el COVID-19 entre otros asusntos.
Según aseguró una fuente conocedora, la destitución se haría efectiva próximamente, ante la negativa del obispo puertorriqueño, de 57 años, de presentar su renuncia.
Los obispos están obligados a presentar su renuncia al Papa a los 75 años, según establece el canon 401 del Código de Derecho Canónico, la ley de la Iglesia. Si lo hacen antes, debe haber una razón grave que suele ser por motivos de salud.
Mons. Fernández Torres es acusado de no estar en comunión con los otros seis obispos de Puerto Rico.
“Cuando reciban la noticia de mi sustitución como obispo al frente de la diócesis de Arecibo quiero que sepan que no me corresponde explicarles una decisión que no puedo explicarme yo mismo, aunque la acepte con la paciencia de Cristo por el bien de la Iglesia. Tampoco les toca a ustedes juzgar aquello de lo que solo Dios y la historia harán en su momento”, dijo Fernández Torres en comunicado de prensa enviado a los medios.
“Al reaccionar a lo acontecido me siento bienaventurado por sufrir persecución y calumnia (cf Mt 5, 10-11) por anunciar la verdad de la dignidad del hombre en unas circunstancias como las actuales en las que «resulta incómodo: se opone a nuestras acciones…” (Sab 2, 12). Hoy puedo tener la frente en alto y aún siendo imperfecto y pecador, saber que he hecho lo correcto y eso me da mucha paz interior. Me conforta además el significado en hebreo del nombre Daniel, que providencialmente recibí en mi bautismo, “Dios es mi juez”, señaló.
“Lamento mucho que en la Iglesia donde se predica tanto la misericordia, en la práctica algunos carezcan de un mínimo sentido de la justicia. A mí no se me ha hecho ningún proceso, ni se me ha acusado formalmente de nada y sencillamente un día el Delegado Apostólico me comunica verbalmente que de Roma se me pedía la renuncia. Se sustituye ahora a un sucesor de los apóstoles sin emprender ni siquiera lo que sería un proceso canónico deberoso para destituir a un párroco”, añadió el líder religioso.
“Se me informó que no había cometido ningún delito pero que supuestamente “no había sido obediente al Papa ni había tenido la suficiente comunión con mis hermanos obispos de Puerto Rico”. Se me sugirió que si presentaba la renuncia a la diócesis quedaría al servicio de la Iglesia por si en algún momento me necesitaban en algún otro cargo; oferta que de hecho demuestra mi inocencia. Sin embargo, no renuncié porque no quise hacerme cómplice de una acción del todo injusta y que aún ahora me resisto a pensar que pueda ocurrir en nuestra Iglesia”, apuntó.
“Esta experiencia personal, por otro lado, me ha ayudado a darme cuenta de un modo nuevo de la grave responsabilidad que tenemos todos los obispos en el gobierno de la Iglesia que es apostólica y no piramidal, sinodal y no autocrática. Creo que por bastante tiempo muchos obispos hemos estado observando preocupados lo que ocurre en la Iglesia y nos hemos resistido a creer lo que está pasando. Hoy mas que nunca debemos recordar nuestro llamado a ser profetas”.
Al menos dos factores serían los que habrían determinado la decisión de la Santa Sede. El primero, la inicial negativa del Obispo de Arecibo a trasladar a los seminaristas de su Diócesis al nuevo Seminario Interdiocesano de Puerto Rico, aprobado por el Vaticano a inicios de marzo de 2020.
El otro factor fue la defensa del Obispo de Arecibo del derecho a la objeción de conciencia de los fieles católicos ante la vacunación obligatoria en un comunicado publicado el 17 de agosto de 2021, siguiendo las orientaciones difundidas más de medio año antes por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede.
Aparentemente Fernández Torres se negó días después a firmar un comunicado conjunto de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña que aseguraba que “hay un deber de vacunarse y que no vemos cómo pueda invocarse una objeción de conciencia desde la moral católica”.
En el polémico comunicado del Episcopado de Puerto Rico, sin la firma del Obispo de Arecibo, se solicitó que los católicos no vacunados “se abstengan de participar en las demás actividades comunitarias presenciales de las iglesias”.
Tras las quejas del Episcopado, el Delegado Apostólico para Puerto Rico, Mons. Ghaleb Moussa Abdalla Bader, habría solicitado directamente la renuncia a Mons. Daniel Fernández Torres, que se negó a firmar por razones de conciencia.
Poco después, el Obispo de Arecibo fue llamado al Vaticano, pero el Prelado no consideró conveniente realizar ese viaje en medio de la crisis de salud por la pandemia de COVID-19.
Nacido en Chicago (Estados Unidos) en 1964, Mons. Daniel Fernández Torres fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Arecibo a los 30 años, en 1995.
En 2007, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI lo nombró Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico, liderada entonces y actualmente por Mons. Roberto Octavio González Nieves. Tres años más tarde fue designado como Obispo de Arecibo.