Con el inicio de la Semana Mayor, se impone la tradición de separar un tiempo para el sosiego y la tranquilidad. Por los pasados 60 años, en Cayey los peregrinos separan el Viernes Santo para visitar la Gruta de la Virgen de Lourdes, que ubica en la Carretera Estatal 15, kilómetro 15.5 del Barrio Jájome Alto.
“Allí hay uno de tantos manantiales de la montaña, de los que no se secan nunca y durante la Cuaresma, pero particularmente en Viernes Santo, en ocasiones de madrugada, la gente llega a pie, desde los barrios de Cayey, Guayama, hasta de San Juan y Ponce. Llegan solos o en grupos, calzados y descalzos, hasta llegar a la zona, que durante el resto del año se mantiene limpia y ordenada por los vecinos. Es bien particular el ambiente que vive en el lugar”, destacó el alcalde Rolando Ortiz Velázquez.
Llegan los penitentes y también llegan los que buscan disfrutar de las brumas mañaneras en esta zona de la montaña boricua. Algunos caminan hasta siete u ocho horas desde los barrios de Guayama, pero nunca en soledad, porque a las orillas de la carretera siempre hay vecinos que ofrecen agua, frutas o alguna merienda. Y se hace voluntariamente, siguiendo quizá el consejo bíblico de ofrecer ayuda al necesitado.
La historiadora cayeyana Aida Mendoza relata que en 1936, una hija de doña Enriqueta Calimano, que estaba gravemente enferma, mejoró tras pasar una temporada por esta zona, cuyo clima es particularmente especial. Los Calimano, originarios de Guayama, llegaron a la zona de Cayey en el siglo XIX y se distinguieron como comerciantes. Como gesto de gratitud a la Virgen por sus ruegos, Doña Enriqueta mandó a construir sobre el lecho del manantial próximo a su casa, un santuario dedicado a la Virgen de Lourdes, hasta el día se hoy.