El alcalde de Arecibo, Carlos ‘Tito’ Ramírez Irizarry, honró la labor de todos los que laboran en la Oficina para la Promoción y Desarrollo Humano (OPDH), entidad creada por sister Roberta Grzelak hace treinta (30) años.
“La Oficina para la Promoción y el Desarrollo Humano es una organización sin fines de lucro, de base de fe y comunitaria que promueve el desarrollo del potencial de las personas, familias y comunidades con el fin de que logren su apoderamiento. Fue fundada en el 1992 para responder a las necesidades sociales de las comunidades de la Diócesis de Arecibo y pueblos adyacentes. OPDH comenzó con un solo programa atendiendo a una población de 219 personas en Vega Alta y Arecibo”, señaló el Alcalde.
Actualmente, la entidad cuenta con 3 programas y un equipo multidisciplinario de profesionales que trabajan para lograr la independencia emocional y económica de las personas. Los servicios se extienden a 10 comunidades de 15 pueblos del área norte-central de Puerto Rico y ha servido a más de 25,000 personas a lo largo de su existencia. La OPDH se ha ocupado de promover el respeto a la dignidad humana, la autoestima de las personas, además de la armonía y la autogestión en el seno familiar y en la comunidad.
“En momentos en que nuestro pueblo requiere servicios sociales de calidad, promoción de la solidaridad y justicia, recordemos que esta mujer de Dios, adelantada a su época, llegó a nuestra Isla a cubrir las necesidades de una sociedad que cambiaba aceleradamente. Sister Roberta Grzelak, ya fallecida, fue una Hermana de la Divina Providencia, que se preocupó de estudiar las necesidades de las mujeres y familias en tiempos de transición. Ella nos sirve de ejemplo, treinta años después, de las labores que ahora nos tocan a nosotros como cristianos y servidores públicos”, añadió el Alcalde.
La hermana Roberta era la mayor de dos hijas de Josephine Brzezina y Edward Grzelak, residentes de Hamtramck, Michigan. Ella comenzó su ministerio como maestra en Pittsburgh y Detroit. Al principio de su vida religiosa se ofreció como voluntaria para enseñar en Puerto Rico y en 1968, se mudó a la Isla y al instante se enamoró de la isla y su gente. Pasó los siguientes 14 años enseñando religión, tanto a nivel primario como secundario, en Arecibo y Orocovis. Fue muy querida por su amorosa gestión cristiana. Ella falleció en el 2014.