Por Nellie Torres de Carella, patóloga del habla y lenguaje
Directora, Instituto Fonemi de Puerto Rico
San Juan, P.R. – Durante los meses de enero a febrero los padres y madres pasan por la temporada de buscar una escuela para sus hijos. Cuando los estudiantes son de educación regular la tarea es menos compleja porque se toman en consideración varios factores solamente, como la distancia del hogar, la escuela con mejor reputación educativa o el costo de matrícula y mensualidad. Sin embargo, para los padres cuyos niños son estudiantes de educación especial, esta temporada es similar a la de huracanes y deben tomar en consideración tantos factores porque una equivocación en la ubicación convertirá sus vidas en un martirio.
¿Cuál es la ubicación adecuada para estos niños?
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La que se especialice en su diagnóstico
Cada niño de educación especial es diferente, dependiendo de su diagnóstico y del nivel de severidad del mismo. En Puerto Rico hay escuelas cuya especialidad son los niños con autismo, otras con problemas de aprendizaje (lectura, escritura y matemáticas), con trastornos de atención (con y sin hiperactividad), o con apraxia del habla infantil (trastorno motor del habla que afecta el aprendizaje de la lectoescritura). Ubicar al niño en una escuela que se especialice en su diagnóstico implica que será atendido por especialistas en el mismo y se dará énfasis a sus áreas de más necesidad. Además, el currículo estará diseñado para mejorar las dificultades académicas inherentes al diagnóstico.
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Grupos pequeños con necesidades y niveles de dificultad similares
Los grupos pequeños de menos de 10 estudiantes permitirá una mayor individualización de la enseñanza. La homogeneidad en cuanto a diagnósticos, niveles y edades, hará más fácil el proceso de enseñanza porque es muy complicado para un maestro impartir una clase para un grupo en el que algunos estudiantes no leen, otros leen, pero se desenfocan con facilidad y otros tienen problemas de conducta característicos de autismo. Las necesidades de un grupo como el descrito son tan dispares que hacen muy complicada la enseñanza en un grupo, aunque sea pequeño. La ubicación, teniendo en consideración el diagnóstico y niveles de dificultad, también ayudará a los estudiantes a sentirse parte de un grupo y será menos probable que sufran discriminación o sean focos de acoso.
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Disponibilidad dentro del currículo u horario escolar de algunas de las terapias que recibe el estudiante
Estos estudiantes reciben tantas terapias diversas que sus tardes, luego de salir de la escuela, transcurren en el carro de sus padres, de una terapia a otra, para luego llegar a su casa a realizar tareas asignadas. Para muchos, practicar deportes o tomar clases de ballet o arte, es muy complicado y, para algunos, imposible. Entre las terapias del habla y lenguaje, educativa, terapia ocupacional, terapia sensorial auditiva, terapia de visión funcional y terapia de apraxia, entre otras, las tardes de estos niños transcurren muy ocupadas. Si la escuela provee las terapias del habla y lenguaje, la terapia sensorial auditiva y las de lectoescritura, por ejemplo, que son las que más demandan tiempo por recomendarse varias sesiones a la semana, será un alivio para los padres. En adición, esos especialistas en la escuela son necesarios para que se integren al programa educativo del niño y aporten al mismo.
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Enseñanza de la lectura y escritura con programas especializados efectivos, basados en evidencia
Si el estudiante ya muestra un rezago desde Kínder en el aprendizaje de materias medulares, la escuela en la que debe ubicarse debe tener un programa educativo-terapéutico especializado en la lectoescritura enseñado por especialistas, por maestros y terapeutas debidamente adiestrados. La cartilla fonética y la enseñanza tradicional no funcionarán con estos niños. El programa debe comenzar desde los precursores de ambas destrezas, leer y escribir, hasta llevarlos a un dominio de las mismas, comprendiendo lo que leen y escribiendo lo que deseen expresar.
El programa debe trabajarse de forma intensiva en más de un periodo escolar diariamente, no importa en qué grado o edad esté el estudiante. Esto implica que si la escuela tiene una clase de español de tercer grado, pero su hijo aún no lee, y le recomiendan que tome terapia educativa luego del salir de la escuela, esa no es la escuela adecuada para su hijo. La ubicación adecuada para un estudiante que no lee es aquella en la cual le enseñen la destreza más importante a nivel escolar: la lectura.
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Comunicación con los padres para seguimiento en el hogar
La comunicación constante sobre la ejecución de los niños crea un vínculo con la familia que facilita el desarrollo de un compromiso para dar un seguimiento en el hogar. Las dificultades que presentan estos niños son complejas y delegar toda la responsabilidad en la escuela afectará el progreso. La escuela debe abrir ese canal de comunicación y explicar a los padres la importancia de trabajar como un equipo, escuela y hogar, para el bien del estudiante. Destrezas como la lectura y la escritura van a requerir un trabajo intensivo de ambas partes, siempre dirigido por la escuela, pero con seguimiento diario en el hogar.
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Educación multisensorial