La conversación entre ambos fue en su mayor parte olvidable, recordó Leeds, mientras tomaban una agradable comida, antes de que “de repente Trump decidiera besarme y meterme mano”.
Una mujer que dice que Donald Trump abusó de ella discretamente en un avión de pasajeros a finales de la década de 1970 testificó el martes en apoyo de la escritora que alega que un coqueto encuentro en 1996 con el futuro presidente terminó en un violento ataque sexual.
Jessica Leeds, de 81 años, de Asheville, Carolina del Norte, dijo que Trump la tocó con lo que parecían “40 millones de manos”. Ella se unió a otros testigos que apoyaron el testimonio de E. Jean Carroll, una columnista de consejos que ventiló públicamente sus afirmaciones contra Trump en 2019, cuando publicó una autobiografía. Trump ha negado repetidamente las afirmaciones, diciendo que Carroll mintió para vender libros y desprestigiarlo.
Los testigos debían apoyar el testimonio de Carroll, durante tres días y hasta el lunes, de que Trump la violó en el probador de una de las grandes tiendas de lujo en el centro de Manhattan.
Lisa Birnbach, amiga de Carroll desde hace mucho tiempo, testificó que Carroll la llamó, emotiva e hiperventilada, minutos después de su encuentro con Trump para informarle de lo ocurrido. Dijo que le contó que Carroll había sido violada y la instó a que acudiera a la policía, pero Carroll se negó, lo que las llevó a discutir antes de que Birnbach acordara no volver a hablar de ello.
Leeds dijo que tenía unos 30 años y trabajaba en ventas cuando fue invitada por una azafata a bordo de un vuelo diurno de Dallas o Atlanta a Nueva York a sentarse en el único asiento de pasillo vacío de la cabina de primera clase.
“El caballero sentado junto a la ventanilla se presentó como Donald Trump”, relató.
La conversación entre ambos fue en su mayor parte olvidable, recordó Leeds, mientras tomaban una agradable comida, antes de que “de repente Trump decidiera besarme y meterme mano”.
“No hubo ninguna conversación. Fue como de la nada. Fue como un forcejeo. Intentaba besarme, intentaba atraerme hacia él. Me agarraba los pechos. Era como si tuviera 40 millones de manos. Fue como una pelea entre los dos”, recuerda.
Leeds dijo que el altercado terminó cuando se dio cuenta de que ningún empleado del avión acudía al rescate y Trump pareció volverse más agresivo.