Por Ada Álvarez Conde Senadora por Acumulación PPD
Jamás pensé que en algún momento de mi vida tendría que explicar para qué sirve el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) y porqué el Proyecto 273 del presidente del Senado, para eliminar esa institución y traspasarle sus haberes y responsabilidades al Departamento de Desarrollo y Comercio (DDEC), es como eliminar el Departamento de Salud para entregárselo a Justicia, y que sean jueces y fiscales los que vacunen en los tribunales. La cultura es, por definición, el conjunto de elementos y características propias de una determinada comunidad humana, en este caso que nos compete, la puertorriqueña. La cultura de los pueblos incluye las costumbres, las tradiciones, las normas y el modo de un grupo de pensarse a sí mismo, de comunicarse y de construir una sociedad.
Originalmente se nos enseñaba en la escuela que somos la fusión de los taínos, españoles y africanos. Con el paso de la historia, se han incorporado otros elementos, de Norteamérica y países hermanos como Cuba. Por ejemplo mi padre, que nació cubano, se hizo boricua y me enseñó a amar todas las manifestaciones de la cultura. De ahí los dominicanos, chinos y tantos otros que conviven con nosotros. Cualquiera puede entender la cultura, desde disfrutar la arquitectura colonial española y los edificios con siglos de antigüedad, como los platos sabrosos y bailes arraigados en la herencia africana, y la jerga de los taínos que todavía usamos cuando salimos de Guaynabo para Guayama, pasando por Caguas, para dar un ejemplo de vocablos.
El Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) se creó gracias a la Ley 89, el 21 de junio de 1955, e inició sus funciones en noviembre de ese año. El proyecto fue radicado en la Cámara de Representantes por Don Ernesto Ramos Antonini y su exposición y defensa estuvo a cargo de Jorge Font Saldaña. Su primer director ejecutivo fue el Dr. Ricardo Alegría, y en junta de directores estuvo Arturo Morales Carrión, Enrique Laguerre, Salvador Tió y José Trias Monge, entre otros.
Volviendo al título de esta columna, el ICP está para atender y fomentar las manifestaciones de la cultura que, siempre hay que aclarar, en nada tienen que ver con la política partidista. Hablamos del desarrollo de las artes de los independentistas, las artes plásticas, el arte popular, la arqueología, los museos con nombres de líderes estadistas y los parques, los monumentos y las zonas históricas. ¿Habremos tenido algún gobernador más amante y defensor de la cultura que Don Luis A. Ferré Aguayo? Todo lo que somos y todo lo que hacemos es cultura: la música, las publicaciones, el teatro y la danza, el Archivo General y la Biblioteca General, que en tan precaria realidad aún operan.
Al ICP se le fue restando presupuesto y recursos durante muchas administraciones. Eliminarlo no es la solución, es ciertamente una traición a lo que somos. Ciertamente la cultura tiene un ángulo importante de desarrollo económico porque incide en el turismo, en los empleos, en las empresas creativas. Si queremos potenciar el desarrollo económico, ¿por qué no le proveemos más recursos al ICP para que haga su labor de manera amplia e inclusiva? ¿O es que el Proyecto 273 busca menospreciar nuestra cultura y distribuir sus bienes a amigos y parientes? ¡Que se abra el debate, con altura y con cultura!